"Yo fui chef de Kim Jong Il": los secretos mejor guardados contados por su cocinero

Kenji Fujimoto trabajó durante 11 años para uno de los pilares del ‘eje del mal’ y sufrió dos intentos de asesinato antes de abandonar su puesto y regresar a Japón.
Según el chef, el mandatario tenía un ejército de adolescentes para satisfacer sus deseos sexuales y abusaba de la bebida.
Se cogía unas sonoras borracheras
El chef japonés cuenta que los concursos etílicos entre Kim Jong Il y su sucesor, Kim Jong Un, eran habituales. Las fiestas organizadas por padre e hijo podían durar hasta cuatro días y en ellas se sucedían las bromas pesadas –al dictador le encantaba afeitar la cabeza a sus colaboradores mientras estaban borrachos– y los peligrosos juegos con armas de fuego.
Vuelos chárter para comprar en el McDonald’s
A lo largo de 11 años Fujimoto hizo cientos de viajes para cumplir con los caprichos culinarios del dictador. Kim Jong Il fletaba vuelos chárter para que su chef comprase comida en un McDonald’s de Pekín. Además, viajaba asiduamente a Irán en busca de caviar, a Tokio a comprar pescado fresco o a Dinamarca, a por cerveza.
Un ejército de esclavas sexuales
Bajo el curioso nombre de ‘Joy Division’ –el mismo que el de la banda británica de los 70– se escondía uno de los más escabrosos secretos de Kim Jong Il. Se trataba de una brigada de jóvenes norcoreanas a las que se separaba de sus familias a la temprana edad de 16 años para adoctrinarlas en el arte de cumplir los deseos sexuales del ‘padre de la patria’.
Pasión por Arnold Schwarzenegger
El cocinero japonés confiesa en GQ que él fue quien abrió los ojos del fallecido dictador al cine de ‘made in Hollywood’. En vida, Kim Jong Il llegó a coleccionar hasta 30.000 cintas VHS con películas estadounidenses. Su actor preferido era Arnold Schwarzenegger. Kim y Fujimoto veían juntos sus películas mientras veían vino de Burdeos.
Cambió su seguridad por una película de Clint Eastwood
El chef recuerda en su entrevista con GQ cómo en 1993, mientras veían la secuencia de ‘En la línea de fuego’ en la que Clint Eastwood corría junto al coche del presidente, el dictador norcoreano se levantó y gritó “esta es la mejor escena de la película”. Acto seguido, se dirigió a sus guardaespaldas y les dijo “así es como quiero que me protejáis a partir de ahora, como lo hacen los agentes del Servicio Secreto de las películas.
Cada grano de arroz, inspeccionado
Obsesionado con su juventud, y temeroso de un posible envenenamiento urdido por sus enemigos, Kim Jong Il obligaba a inspeccionar a mano cada grano que se iba a cocinar para él. Un equipo de 200 personas vigilaba que ningún grano tuviese grietas o defectos.
Una piscina con los azulejos de oro
El dictador norcoreano disfrutaba de una piscina olímpica subterránea a prueba de bombardeos forrada con azulejos de oro sobre los que estaba dibujada su propia imagen. Además, como no le gustaba hacer ejercicio, ordeno que le construyeran una tabla de surf flotante y motorizada para poder moverse como pez en el agua.
Nadie puede pronunciar su nombre
Cuando llegó a Corea del Norte a finales de los 80, Fujimoto no conocía a quién iba a servir. No se dio cuenta hasta que vio una foto de Kim Jong Il en un periódico. La razón era simple: nadie en el país podía pronunciar su nombre en público. Casi todo el mundo se refería al mandatario como ‘Jang-gun-nim’, que significa algo así como ‘querido general’.
Fuente: Lainformacion
EA